95–98

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Jacob. Jameson. Joyce. Hay un cartel grande con la letra J al borde del largo estante de la biblioteca. Lucio repasa los apellidos de cada lomo hasta que encuentra al autor en cuestión. Nunca lo escuchó mencionar. No le dio importancia. Es un libro que no leería nunca en su vida. Con las manos transpiradas de impaciencia agarra el tomo, el cual tiene las tapas pegadas a los libros vecinos debido a su uso anoréxico. Una vez el libro en sus manos, lo frota con la palma para sacudir el polvo. Las letras doradas del título ya no brillan en su tapa de cuero bordó. Va directamente a la página 96. La única página de ese libro que debe faltar. Al no encontrarla, no se sorprende. Saca de su bolsillo una hoja totalmente arrugada, la despliega y la apoya en el libro como si esta se fuera a unir por arte de magia. El encuentro es inmediato. Las páginas 96 y 97 completan la secuencia inconexa que antes se unía de la 95 a la 98. Mira hacia sus costados y no hay nadie. Cierra el libro y se dirige al bibliotecario. Con dudas, deja el libro en el escritorio. El viejo, con cara de pocos amigos, lo mira por arriba de sus lentes.

Noviembre, 2014.

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